miércoles, 5 de marzo de 2008

La Comunicación

LA COMUNICACIÓN

La comunicación es indispensable para cuidar y mantener las buenas
relaciones en todos los ámbitos. Aún así enfrentamos desacuerdos y discusiones, provocando a veces la ruptura en las relaciones con los demás.

Entender y hacerse comprender, es un arte para la convivencia y la armonía.
Cuando hay problemas de comunicación en el trabajo, con la pareja, con los hijos o con los amigos se comienza a apreciar que una buena comunicación puede hacer la diferencia entre una vida feliz o una vida llena de problemas.

No todas las personas con una magnífica y agradable conversación poseen la capacidad de comunicarse. A veces transmiten anécdotas y conocimientos producto de su experiencia, información y vivencias, pero no dan la oportunidad a que otros se expresen y compartan sus puntos de vista.

Al entablar un diálogo con otros tenemos la oportunidad de conocer su
carácter y manera de pensar, sus preferencias y necesidades, aprendemos de su experiencia, compartimos gustos y aficiones... en otras palabras: conocemos a las personas y desarrollamos nuestra capacidad de comprensión.

La comunicación tiene características que todos conocemos: la escucha, no
acaparar la palabra, no interrumpir, utilizar un lenguaje moderado. Destacamos algunos elementos indispensables para lograr una verdadera comunicación:

- Interés por la persona . Cuántas veces nuestra atención está reservada para unas cuantas personas, nos mostramos atentos y ávidos de escucharles. Otros se ven discriminados al considerar su charla superficial, de poca importancia.
Pensemos en nuestro hijos o en los compañeros de trabajo …

- Todo el que se nos acerca tiene algo importante que decirnos : para contar algo, tener una cortesía, expresarnos sentimientos o preocupaciones, solicitar consejo y ayuda...

- Saber preguntar . A pesar del esfuerzo por expresarnos no siempre nos
entendemos. Recordemos cómo después de una discusión concluimos que
hablamos de lo mismo. Las causas son diversas: falta de conocimiento y
convivencia, distracción, cansancio... Es necesario aclarar lo incorrecto para evitar conflictos que sólo dejan resentimientos.

- Aprender a ceder . Existen personas que se creen con la razón por su
experiencia, estatus o conocimientos, restando valor a la opinión de los demás.
La comunicación efectiva es comprensiva, condescendiente y conciliadora.

- Sinceridad ante todo . Al expresarnos procuraremos decir las cosas con
delicadeza y claridad para que descubran nuestra buena intención.

Además de los elementos esenciales, es preciso cuidar otros pequeños
detalles que nos ayudarán a hacer más eficaz nuestra comunicación:

- Comprende los sentimientos del otro. Evita hacer burlas o criticas
respecto a lo que expresan. Si es necesario corrige, pero no le hagas
sentirse mal.

- No interpretes equivocadamente gesto s, movimientos o entonación con
que se dicen las cosas. Primero pregunta y aclara antes de juzgar.

- Observa el estado de ánimo de las personas cuando se acercan a ti. Así sabrás qué decir y cómo actuar evitando malos entendidos.

- En tus conversaciones incluye temas interesantes, que sirvan para
formar criterio o ayudar a mejorar a las personas. Las pláticas
superficiales cansan.

- Aprende a ser cortés. Si no tienes tiempo para atender a las personas, acuerda otro momento para charlar. Es de muy mal gusto mostrar prisa por terminar.

CAPACIDAD DE COMUNICACIÓN

Saber escuchar y entender a los demás

Saber establecer y mantener relaciones con todos.

Ser consciente de que no posee toda la verdad

Obviar los prejuicios.

FLEXIBILIDAD

La Flexibilidad es la capacidad de adaptarse rápidamente a las circunstancias, los tiempos y las personas, rectificando nuestras actitudes y puntos de vista, para lograr una mejor convivencia y entendimiento con los demás.

A veces entendemos la flexibilidad como un “ceder” siempre. Ser flexibles no es dejarse llevar o ser condescendientes. El aprender a escuchar y a observar, es el punto de partida para tomar lo mejor de cada circunstancia y abandonar lo que no es conveniente. El sentido común debería valorar cualquier idea o propuesta, y así formarnos una mejor opinión al respecto.

La flexibilidad mejora nuestra disposición para llegar a un acuerdo, y enriquecerse con las opiniones de los demás. Así, ambas partes se complementan y benefician.

Cuando amistad y simpatía son el factor común entre las personas, ser flexibles no cuesta tanto. Normalmente estamos dispuestos a escuchar y cambiar nuestro parecer si es necesario. Lo difícil es mantener esta actitud con todos.

Si el núcleo de la flexibilidad es la adaptación, debemos buscar el equilibrio, para compatibilizar nuestro estilo de trabajo, costumbres, hábitos y modo de actuar con los de los demás, para ser más productivos, mejorar la comunicación y establecer relaciones duraderas.

Existen personas que seguras de su valía, consideran inútiles o superficiales otras opiniones. La falta de flexibilidad nos hace insensibles y poco abiertos al diálogo, deteriorando la convivencia y la posibilidad de ser mejores. La humildad es básica para saber que podemos equivocarnos y que nuestro criterio no siempre es el mejor.

A veces nuestra capacidad de adaptación se pone a prueba: cambio de ciudad, de domicilio, nuevo empleo en una empresa con un giro muy distinto al que veníamos desarrollando, nueva escuela, etc. En estos cambios debemos tratar con personas diferentes, con otras costumbres y normas de convivencia o trabajo. La rapidez de adaptación marcará el éxito o fracaso en el desempeño y en las relaciones.

La flexibilidad nos debe llevar a buscar la integración al nuevo medio. Si es ahí donde tenemos que estar, de poco sirven quejas y comparaciones. Aprender a tomar lo mejor de cada lugar y de su gente demuestra madurez, sociabilidad, compromiso, solidaridad, apertura a la comunicación y a la adquisición de nuevas experiencias.

Para que nuestros propósitos de mejora den fruto, es necesario fijarse en
algunas actitudes que nos impiden vivir este valor:

- Procura que tu primer impulso no sea dar un sí o un no como respuesta.

- El aceptar o el negarse tiene su momento. Escucha, observa, medita y actúa.

- Exprésate o calla según las circunstancias. Las conversaciones forzadas no llevan a ninguna parte. No nos empeñemos en hablar de lo que no interesa.

- Busca el mejor momento para expresar tus opiniones.

- Aprende a dejar una conversación en el momento oportuno, evitando
discusiones que no llegarán a una conciliación. Nada ganamos con aferrarnos para tratar de convencer a una persona que no quiere escuchar.

- Trata a cada persona según su forma de ser, lo cual se traduce en respeto.

- Rectifica, si es preciso, tus opiniones o actitudes. Corregir errores, pedir perdón o aclarar la equivocación, demuestra sencillez y rectitud de intención.

- Respeta las reglas o normas que imperan en los distintos lugares a los que asistes, a menos que afecten la integridad y la seguridad de cualquier persona.

Para la persona flexible no existen barreras en la comunicación y en las relaciones.
Su adaptación es tan natural que nunca parecerá extraño o distinto en los ambientes más diversos, sin exponer su persona a influencias negativas o poco recomendables.

Nuestra vida sería más sencilla si fuéramos conscientes de la riqueza que guarda cada persona, cada ambiente, cada nuevo conocimiento y experiencia.